Los penitentes de la mina

Entre los siglos XVII y XIX, la única forma de eliminar el grisú de la mina, -ese gas inflamable que parece tener su origen en el mismísimo infierno- era descomponiendo las bolsas que se creaban en los túneles a base de pequeñas explosiones; es decir, poco a poco. Para ello, en un tiempo pre Robert Owen donde el término «derechos laborales» no tenía sentido alguno, existía un puesto de trabajo al que llamaban «Penitente»: un minero envuelto en una capucha y una túnica gruesa, y empapado al completo en agua se arrastraba por los túneles para poder respirar el aire puro de la zona baja, mientras que con una mano en la que portaba una antorcha provocaba pequeñas deflagraciones al entrar el fuego en contacto con el grisú.
Este trabajo, que no era deseado por nadie aunque se pagara mejor, se llevó por delante a muchos mineros hasta que se inventó la lámpara de seguridad por Humphrey Davy, allá por el año 1815. Entre tanto, se había creado un mito alrededor de aquellos mineros que penaban por las nuevas galerías con sus antorchas en mano buscando eliminar el grisú de la parte superior a base de deflagraciones.
¿Quién trabajaba en esos puestos de trabajo? En la comunidad minera eran pocos los que se atrevían a ocupar ese puesto por el alto índice de mortalidad, por lo que en muchas minas se utilizaban a reos a los que se les rebajaba la pena o se les concedía la libertad a cambio de un tiempo de trabajo como Penitentes. Paradójicamente, aquellos beneficios penitenciarios se convertían en condenas a muerte, ya que la mayoría de los inexpertos reos perecían abrasados a causa de las deflagraciones.
A partir de 1815, con la invención de la «lámpara de seguridad», los Penitentes fueron sustituidos por estas herramientas. Sin embargo, según autores como Emile Zola (1842-1902) o Julio Verne (1828-1905), parece ser que todavía a mitad del siglo XIX aún había Penitentes en las minas y así lo recogieron en algunas de sus obras como «Las Indias Negras» de Verne.
A lo largo de la historia, han existido infinidad de tipos de trabajo y si buscamos la ocupación de más riesgo y laboralmente más injusta, la de los «Penitentes» puede ser la elegida.