FILOSOFÍA POLÍTICA: La tradición liberal. Nacimiento y desarrollo del liberalismo
Aunque el movimiento liberal da inicio en el siglo XVII, no es hasta principios del siglo XIX cuando se crea el concepto “liberalismo” y se empieza a utilizar para definir el relato filosófico y socio-político que da inicio a la Edad Moderna. Al día de hoy, tras la caída del bloque comunista, es el modelo político asumido por un mayor número de naciones y regiones y que más ha influido en las demás tradiciones.
Pese a este aparente cuerpo homogéneo, el liberalismo ha estado siempre en una constante crisis y evolución. Como afirma R. D. Cumming: el liberalismo es al mismo tiempo «tradición e intento de ir más allá de las limitaciones que sus crisis revelan». Esto ha provocado que, especialmente debido a las crisis de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el liberalismo se haya dividido y desarrollado en dos grandes corrientes predominantes:
- La conservadora y la social.
Además de otras menores que se pueden enmarcar en las dos anteriores:
- Económica neoliberal, implantada en el siglo XX.
- La corriente liberal libertaria de Robert Nozick, que se nutre del liberalismo clásico y del anarquismo filosófico. No confundir el liberalismo libertario (individualista y capitalista) con el movimiento libertario anarquista.
- El liberalismo político y Teoría de la justicia de John Rawls.
- El liberalismo ético de Ronald Dowrkin.
Todas ellas, en mayor o menor medida, se fundamentan en:
- Priorizar lo individual sobre lo colectivo, incluso en el caso del liberalismo más social.
- La importancia y el derecho a la propiedad privada. Nadie le quita al individuo lo que consigue con su trabajo. Tampoco el estado le da al individuo lo que puede conseguir con su trabajo.
- El respeto al imperio de la ley y al constitucionalismo.
- El principio de igualdad natural. Todos nacen y son iguales ante la ley.
- La división de poderes. Primero John Locke diferenciando entre poder ejecutivo y legislativo, y luego Montesquieu, añadiendo un tercer poder: el judicial.
- El poder político limitado sobre individuos y corporaciones. La no regulación a nivel económico de empresas y la limitada presión fiscal sobre individuos.
Poner el acento en unos u otros principios es lo que ha provocado la aparición y el desarrollo de las distintas corrientes dentro de la tradición liberal.
Contenidos
Orígenes y fundamentos de la tradición liberal
Para comprender la aparición del liberalismo, hay que tener en cuenta una serie de movimientos sociales que intervienen en la aparición del mismo y que se producen en los convulsos siglos XVI y XVII. A saber:
- Revolución científica (Copérnico, Kepler, Galileo y Descartes), que provoca que la religión pierda influencia en favor de la autoridad científica y, como dijo Francis Bacon, consigue un conocimiento capaz de proporcionar al hombre el dominio sobre las cosas y mejorar su bienestar.
- Reforma protestante, que abandona el dogmatismo católico y permite la libertad individual de credo.
- Revolución económica (mercantilismo e inicios del capitalismo), que promueve el comercio y abre camino para emprender de forma individual. Uno es dueño de lo que consigue con su trabajo, principio que acaba definitivamente con el feudalismo.
- Revoluciones políticas (inglesa, americana y francesa), las cuales, finalmente, ponen en práctica nuevas formas de poder colectivo, (acabando en muchos países con el autoritarismo religioso y monárquico) y reconocen por ley libertades políticas y civiles para los ciudadanos.
Los primeros liberales

En el caso de las revoluciones políticas, hay que recordar a los famosos Levellers («niveladores» o «igualitarios»), que vivieron en el siglo más convulso de la historia de Inglaterra. Los «niveladores» fueron unos soldados y propietarios que se enfrentaron a la iglesia y monarquía absolutista de Carlos I bajo un ideario donde «por derecho natural, desde el nacimiento, todos los hombres están igualmente vinculados con la propiedad, la libertad y la independencia».
En la misma época, aparece otro personaje importante de la historia de Inglaterra: Oliver Cromwell (1599-1658). Terrateniente, político y militar, para algunos, fue quien lideró el incipiente movimiento liberal, mientras que para otros solo fue un déspota. En cualquier caso, Cromwell creó la Mancomunidad de Inglaterra o Commonwealth of England.
Tanto Cromwell como el movimiento de los Levellers fueron la primera propuesta política seria a la monarquía absolutista que dominaba Europa en el siglo XVII y de la que bebieron pensadores como John Locke. Además del filósofo inglés, hubo otros filósofos, pensadores y politólogos que se engloban dentro del «liberalismo clásico» y que hicieron grandes aportes: Montesquieu, D. Hume, J. Bentham, A. Smith, I. Kant, B. Constant, J. S. Mill, T. Pine o Wilhelm von Humboldt.
El sujeto en el liberalismo
En relación a la visión filosófica-política del ser humano, hay que destacar que el sujeto individual es considerado el eje de cualquier tipo de liberalismo. Este sujeto cuenta con tres características principales:
- Sujeto racional (Hume y Locke) que busca satisfacer sus necesidades desde la razón y uso del cálculo de beneficios.
- Sujeto propietario, o individuos que se desarrollan socialmente acumulando posesiones en competición con otros individuos. Para que el «propietarismo» –elemento esencial de cualquier liberalismo– se pueda producir hace falta crear un espacio de libertades, paz y de promoción de la iniciativa privada.
- Sujeto soberano, el cual nace con el derecho natural de igualdad y libertad; o birthright de John Milton.
Principales problemas que afronta el liberalismo

Dada esta sociedad de yuxtaposición y agregado de individuos (Jeremy Bentham) que comparte pero también compite por el trabajo y la propiedad, se pueden dar tres problemas principales:
- Cómo evitar lidiar con el conflicto en paz y no caer en una sociedad en guerra constante (Hobbes).
- Cómo evitar que terceros atenten contra las libertades individuales.
- Cómo integrar la pluralidad de intereses individuales en conflicto en la toma de decisiones políticas.
El liberalismo clásico propone varias respuestas o soluciones:
- Tolerancia ante el pluralismo religioso, político y civil (Locke, Madison, Tocqueville).
- Es necesario coartar la libertad en beneficio de la propia libertad para evitar el daño de unos individuos sobre otros. «No hay libertad sin ley», John Locke. Esa ley la aplica el estado -que tiene derecho natural a castigar- con moderación y sentido de la justicia.
- Ese mismo estado, a través de un gobierno civil, promueve el equilibrio entre derechos individuales y poderes del estado.
- El estado es protector de la libertad, la vida y el derecho a la propiedad de los individuos (Locke).
- El estado también cuida de la seguridad interior y exterior (W. von Humboldt).
Los límites del estado
Para que la intervención en la sociedad por parte del estado sea justa y no desemboque en absolutismo, son necesarios establecer varios límites que se derivan de:
- Respecto a los derechos individuales.
- Obligación de gobernar bajo el amparo de unas leyes generales conocidas y aceptadas por los ciudadanos. El imperio de las leyes de J. Harrington.
- Evitar el monopolio del poder a través del constitucionalismo y la división de poderes. Primero separación entre legislativo y ejecutivo, de John Locke. Después, la separación del poder judicial, de Montesquieu.
El gobierno representativo como sistema más adecuado
Para los primeros liberales, este modelo de gobierno y, en concreto, la monarquía constitucional, era el gobierno que se alejaba de la tiranía y de la propia democracia, que entendían podía entrar en conflicto con el respeto a la seguridad de los individuos y sus derechos de propiedad. Esa crítica a la democracia proviene del hecho que para los liberales el sujeto político es el propietario (y no el ciudadano): «Solo la propiedad hace a los hombres capaces para el ejercicio de los derechos políticos», Benjamin Constant.
Para lograr ese gobierno representativo de «propietarios», los liberales propusieron que la política debe subordinarse a la economía y el ciudadano al individuo.
Interludio: La crisis y los rostros del liberalismo

Decíamos al principio que el liberalismo no ha estado exento de crisis y, debido a ello, ha tenido que reinventarse y actualizarse a las nuevas realidades sociales. Uno de esos cambios es la irrupción del capitalismo industrial del siglo XIX, que creó unas sociedades diferentes a las del siglo XVII y XVIII, las de liberalismo clásico. Esto se debió a una serie de cambios:
- Capitalismo: fin del capitalismo individual y la aparición de grandes corporaciones empresariales, S.A. y bancos que promueven el monopolio.
- Trabajo: desarrollo industrial en base a la taylorización que promovió la producción en cadena, y la mecanización para aumentar la productividad. En el otro lado, la aparición de los sindicatos para la defensa de los derechos laborales.
- Sociedad: problemas económicos, sanitarios, educativos, laborales; sistemas asistenciales y de seguridad social.
- Política: ampliación de derechos, acceso de la ciudadanía, burocratización y oligarquización.
Estas transformaciones sociopolíticas y económicas produjeron una crisis en el propio liberalismo clásico que no encontraba la manera:
- Por un lado, de encontrar un equilibrio entre preservar la libertad y la creciente demanda de organización social (J. Dewey).
- Por otro, el liberalismo, protagonista desde las guerras napoleónicas hasta la primera guerra mundial, debe reinventarse para sobrevivir (L.T. Hobhouse, L. von Mises).
A partir del siglo XX, entonces y para intentar solventar todas esas contradicciones, nacen dos corrientes liberales para solucionar esas crisis: la social y la conservadora.
Criticaron la ingenuidad del liberalismo clásico para ser autorregulador (mano mágica de Smith) y pensar que solo el desarrollo económico acabaría con la pobreza. Por el contrario, aumentaron el papel del estado para promover grandes reformas sociales contra las desigualdades provocadas por el capitalismo.
Economistas como Dewey (periodo de Entreguerras) promovieron el desarrollo económico individual pero para conseguir objetivos mayores y colectivos.
Autores:
Finales del XIX: J.S. Mill y T.H. Green y XX H.L. Samuel, L.T. Hobhouse, J.A. Hobson. Entreguerras: J. Dewey, J.M. Keybes, W. Beveridge.
Actual: J. Rawls, N. Bobbio, R. Dahrendorf, R. Dworkin.
Liberalismo clásico o Neoliberalismo
El desarrollo del liberalismo social también tuvo una reacción contraria en lo que se ha denominado Neoliberalismo o liberalismo conservador, y que se basó en los siguientes principios:
- Rechazo frontal de la regulación por parte del estado y la asistencia social de éste ante las desigualdades.
- Recuperación del individualismo posesivo y de los principios de la sociedad de mercado.
- Promoción del conservadurismo ideológico y hostilidad al intervencionismo del estado en los asuntos privados tanto de individuos como de corporaciones.
Autores:
Finales XIX: W. Bagehot, H. Spencer.
Período de entreguerras: B. Croce, L. von Mises.
Hasta hoy: F. von Hayek, M. y R. Friedman, G. Sartori, R. Nozick.

¿Qué es la libertad negativa dentro del liberalismo? Aquella libertad que solo busca el beneficio individual sin pensar en las consecuencias que ello provoca en el resto de la sociedad. Para contrarrestar esa libertad negativa, surge el liberalismo social, que, básicamente, basa sus principios y acción en la libertad positiva, la cual respeta la libertad individual en equilibrio con la justicia social.
Ante el liberalismo clásico que concibió la libertad como ausencia de intervención del estado, iglesia, etc., autores como Tobhouse y Hobson, entre otros, consideraron que dichas ideas solo conseguían dar cobertura ideológica al enriquecimiento de unos pocos en perjuicio del resto de la población tanto en las condiciones de trabajo como en el acceso a la riqueza. Por ello, era necesario ofrecer medidas para lograr una mayor justicia social.
Desde el punto de vista filosófico, el liberalismo social critica la doctrina de Adam Smith («mano mágica» que regula el mercado) al que acusa de carecer de fundamento metafísico. Partiendo de esta consideración epistemológica, el liberalismo social promueve un nuevo individualismo (Dewey) bajo los siguientes pilares:
- La sociedad ya no es (como afirmaba el liberalismo clásico) un agregado de individuos egoístas sino una entidad colectiva de individuos racionales y autónomos al tiempo que interdependientes y cooperadores.
- Frente a socialismos y conservadurismos, se sigue priorizando al individuo; pero frente al liberalismo clásico, es ahora también social.
- El liberalismo social asume que el individualismo se forja histórica y socialmente y no de forma natural.
Para el liberalismo clásico, el estado restringe el ejercicio de la libertad, mientras que para el liberalismo social, el estado se convierte en posibilitador de esa libertad. Para que eso se produzca, es necesario «darle la vuelta» a una serie de principios del liberalismo clásico.
- La libertad, al no haber coacción externa, ya no es negativa sino positiva, y busca el bienestar o la facultad o capacidad positiva de hacer o disfrutar (Green, Asquith).
- Equilibrar la «libertad de» o negativa, con la «libertad para» o positiva.
- La libertad – especialmente la ligada al derecho a la propiedad –, debe restringirse siempre que ponga en peligro el desarrollo físico, intelectual o moral de otros. La felicidad colectiva por encima de la individual.
- Al igual que el ser humano y sus capacidades son históricas, la propiedad no es un derecho absoluto y natural, sino adquirido y sostenido en sociedad. (Hobhouse).
Para el liberalismo social, las desigualdades no son el resultado de las capacidades naturales de los individuos o de la libre competencia entre éstos (liberalismo clásico), sino que tienen su origen en las circunstancias sociales y personales de los individuos. A saber: herencia, acceso a la educación, nivel adquisitivo, etc.
Para subsanar estas injusticias, frente a la simple igualdad ante la ley y la meritocracia del liberalismo conservador, el liberalismo social apuesta por la igualdad de oportunidades y un estado interventor y asistencial que tiene sus primeras aplicaciones en la primera mitad del siglo XX, gracias a las medidas de Keynes y Beveridge, y que se traduce en el llamado «estado social». Esa promoción de la igualdad de oportunidades incide en el acceso universal a la educación, cultura y conocimiento como principal herramienta: la igualdad en la educación lleva a un liberalismo de mejor calidad.
Sobre la libertad
Todas las tradiciones políticas cuentan con una reflexión filosófica y antropológica previa. En el caso del liberalismo, sobre el concepto de la libertad. Hobson dijo: «No sólo dar la forma de la libertad sino también su auténtica sustancia». Y Rawls: «La libertad es el límite superior de la concepción liberal de la justicia». Y ese concepto de la libertad es el que no tolera cualquier medida que aumente el bienestar social o redistribuya riqueza a costa de las libertades fundamentales, planteamiento que distancia al liberalismo del socialismo que sí puede restringir capacidad de emprender individual o empresarial en favor de la justicia social.
El nuevo liberalismo social, además de igualitarista, también buscaba ser democrático. De hecho, ensanchar los límites de la democracia. Para ello, frente a la paternalista y androcrática democracia representativa del liberalismo clásico, afronta la crisis de la democracia representativa (Bobbio) abogando:
- Por el sufragio universal.
- La representación directa.
- El referéndum.
- Los derechos de la mujer y su participación en la vida política.
- Por una ciudadanía activa.
- La descentralización de poderes, también a nivel local.
Para llevar a cabo todos estos cambios, el liberalismo clásico fomentó todo tipo de estructuras complementarias de participación a las clásicas como el asociacionismo ciudadano (Macpherson).
El liberalismo conservador: la reacción contra la libertad positiva

Al tiempo que se desarrolla el liberalismo social, los promotores del Nuevo liberalismo o Liberalismo conservador también desarrollaron sus tesis basadas en:
- Admiten el triunfo de los Estados del bienestar, paradójicamente, se muestran hostiles frente al aumento de libertad positiva que amplia las funciones del Estado y la sobrelegislación (H. Spencer)
- Desde el punto de vista de la filosofía política, para los liberales conservadores planificar la vida socio-económica de las personas es una arrogancia y osadía racionalista por abstracta y utópica. (F. von Hayek).
El «triángulo de hierro”
Podemos ampliar más la crítica del liberalismo conservador desglosando los puntos que éste critica del liberalismo social influenciado por el tradicionalismo social y el conservadurismo ideológico:
- El liberalismo conservador está convencido que el intervencionismo estatal fomenta la pasividad.
- También que anula la iniciativa privada, tanto individual como colectiva.
- Y que convierte a los individuos en sujetos dependientes.
- La excesiva intervención de los gobiernos crea un “triángulo de hierro” (ciudadanía, políticos y burocracia), lo que, según Spencer (Qué puede hacer el Estado y qué no puede hacer) y Nozick (Qué puede hacer el Estado, si es que algo puede hacer) deviene en una mayor exigencia por parte de la ciudadanía que:
- Provoca que la compasión, caridad o benevolencia individual se convierten en derechos.
- Se amplia la burocracia y su poder.
- Y provoca que los políticos consigan más y más poder.
Soluciones: propiedad y libertad
Por un lado, desde el campo de la filosofía, para el liberalismo conservador, los individuos, como vidas separadas, gozan de derechos prepolíticos y presociales. La misión del estado es protegerlos.
Esta posición filosófica se basa en las concepciones que el conservadurismo conservador mantiene sobre la propiedad privada:
- Propiedad es igual a desigualdad (Burke), mal necesario (L. von Mises) que la sociedad capitalista debe pagar para asegurar la libertad, desarrollo y progreso social que ha alcanzado.
- Apropiarse de forma ilimitada de posesiones es un fin en sí mismo. Cualquier impuesto es un robo (Rothbard, Lepage).
Y sobre la libertad individual:
- La libertad individual de los sujetos emana precisamente de garantizar esa acumulación de propiedad privada.
- Esa libertad no es hacer lo que uno quiera, sino que los individuos puedan actuar en un ámbito (decidido por cada país) donde se reduzca la coacción al mínimo.
Soluciones: igualdad y desigualdad
La única igualdad que promueve el liberalismo conservador es ante la ley y la igualdad de oportunidades en base a los méritos conseguidos, sin importar su procedencia. El estado solo debe asegurar que se cumple la ley y que la competición entre individuos se produce sin intromisiones arbitrarias de terceros. (Friedman).
Permitir que el estado intervenga con la redistribución de la riqueza conduce, según (Hayek) a un estado omnipotente que propicia la servidumbre y sus metas sociales, y a una sociedad artificial de individuos con las mismas potencialidades y las mismas condiciones de partida.
Esto, que para muchos puede constituir un claro ejemplo de desigualdad, para el liberalismo conservador es el resultado de la “mano invisible” de Adam Smith. A los efectos y soluciones a esa desigualdad, este liberalismo busca la solución en la caridad privada y no estatal.
Soluciones: ¿Cuál es el ámbito legítimo de actuación del Estado?
Existen varias posiciones dentro del liberalismo conservador:
- Posición ultraliberal: El estado debería venderse en pequeñas piezas y devolver sus funciones al mercado (Rothbard, Friedman) y la iniciativa privada buscando la desaparición del estado.
- Una posición más moderada (Nozick, Spencer, Bastiat) propone proteger los derechos naturales de la persona y la propiedad.
- La última posición, actual (liberal-conservadora) y más cercana al liberalismo social es la que han propuesto Hayek y Buchanan, la cual extiende la intervención del estado para: alentar la investigación y desarrollo, eliminar de monopolios, establecer una educación básica gratuita, o financiar (no gestionar) la propia iniciativa privada.
Modelo de estado y de gobierno para el liberalismo conservador
Si el estado interviene más, el gobierno civil también lo hace y es necesario entonces abordar qué tipo de gobierno se desea y cómo los ciudadanos lo eligen.
En el caso del liberalismo conservador, con excepciones autoritarias, se promueve el «elitismo democrático», modelo de gobierno que se inspira en:
- La Democracia plebiscitaria de M. Weber.
- Los análisis económicos de la democracia y la política de A. Downs o J. Buchanan.
- El Pluralismo elitista D. Truman y R. Dahl que reduce al mínimo la participación política de la población.
- Las teorías de ingobernabilidad y crisis de la democracia de S. P. Huntington.
Actualmente, el liberalismo conservador ha evolucionado a una poliarquía (simple elección de líderes), donde grupos de presión interesados y ocultos al control público, como extensión a la lógica del individualismo posesivo de Macpherson, han sustituido a los ciudadanos en la toma de decisiones políticas e, incluso, a quién gobierna un país.
Las tensiones del liberalismo
La tradición liberal, aunque es el relato socioeconómico teórico mayoritario (“todo el mundo” se declara liberal), no tiene la misma firmeza a nivel práctico. Esto se debe a una serie de tensiones de adentro hacia afuera:
- El liberalismo ha contaminado a otras tradiciones políticas como la socialdemocracia y el conservadurismo.
- Ello se debe parcialmente a su situación fronteriza con el socialismo y el conservadurismo de los que, además de influir, recibe influencia.
Además de las tensiones externas, también en el propio seno del liberalismo se han producido tensiones internas:

Pese a las quiméricas proclamas del fin de las ideologías y de la historia (Fukuyama), de nuevo, el liberalismo debe enfrentarse a nuevas tensiones o retos externos como:
- El pacifismo, feminismo, ecologismo, inmigración, ciudadanía, pluralismo o identidad cultural.
- Además del enfrentamiento con la alternativa socialista actual, la propia reacción conservadora o la crítica anarquista.
La propia dinámica del desarrollo del liberalismo, expuesta en este texto, hace difícil concebir que el conflicto y las tensiones internas y externas acaben. De hecho esa aspiración es absurda.