América latina: hambre en tierra fertil
El Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece que: «Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios».
Queda claro que dicho documento hace énfasis en la alimentación como derecho inalienable del ser humano, sin embargo, en Latinoamérica y el Caribe, a pesar de ser el mayor productor de alimentos en el mundo, desde donde se exportan grandes cantidades de excedentes, 54 millones de personas padecen hambre, de acuerdo con datos de la FAO.
Antes de continuar retomaremos algunos conceptos de la misma FAO (1):
Subnutrición: ( Inseguridad alimentaria crónica) la ingestión de a limentos no cubre las necesidades de energía básicas de manera continua.
Malnutrición: estado patológico debido a la deficiencia, el exceso o la mala asimilación de los alimentos.
Desnutrición: estado patológico resultante de una dieta deficiente en uno o varios nutrientes esenciales o de una mala asimilación de los alimentos. Hay 3 tipos:
1. Desnutrición aguda : Deficiencia de peso por altura (P/A). Delgadez extrema. Resulta de una perdida de peso asociada con periodos recientes de hambruna o enfermedad que se desarrolla muy rápidamente y es limitada en el tiempo.
2. Desnutrición crónica : Retardo de altura para la edad (A/E). Asociada normalmente a situaciones de pobreza, y relacionada con dificultades de aprendizaje y menos desempeño económico.
3. Desnutrición global : Deficiencia de peso para la edad. Insuficiencia ponderal. Indice compuesto de los anteriores (P/A x A/E = P/E) que se usa para dar seguimiento a los Objetivos del Milenio.
La malnutrición crónica se incrementó en Latinoamérica por la crisis económica que condujo a elevarse el número de personas que la padecen en casi 10 millones.
En México, por ejemplo, 23 millones de personas se encuentran en grado de «inseguridad alimentaria severa y moderada», mientras que 25.8 millones, en «inseguridad alimentaria leve», esto de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
El mismo instituto señala que 11.2 millones ni siquiera pudieron adquirir una canasta básica de alimentos mensuales, valuada en 864 pesos mexicanos, unos 72 dólares o aproximadamente 48 euros.
Otro ejemplo, Brasil, recientemente el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Derecho a la Alimentación, destacó logros de ese país en cuanto a un «notable progreso en la lucha contra el hambre», al hacerlo se refirió a la reducción del 73% en los niveles de desnutrición infantil entre 2002 y 2008.
Sin embargo, agregó que se necesitan medidas más eficaces, puesto que «la inseguridad alimentaria persiste en 37% de los hogares brasileños». Además, aclaró que existen 100 millones de hectáreas de tierra ocupadas ilegalmente por grandes propietarios rurales, mientras que la repartición de éstas para los pueblos indígenas y afrodescendientes se está llevando a cabo de forma lenta.
Guatemala es un caso extremo, en donde la situación a llevado a la Organización de las Naciones Unidas a lanzar un llamamiento humanitario, en marzo de este año, solicitando ayuda urgente, debido a que cientos de personas están en amenaza de muerte y otros miles padeciendo desnutrición crónica.
En el cable, hecho público mediante la RadioONU, se solicita a la comunidad internacional fondos por 34 millones de dólares que se utilizarían en alimentos, servicios de salud y agua potable para aproximadamente 680 mil personas.
Ya en artículos anteriores hemos tocado el tema de la situación de pobreza que viven las y los guatemaltecos (ver «Violencia contra la mujer, el dolor latente»), esto se ha agravado por la fuerte sequía que está azotando al país, que se ha declarado la peor en 30 años.
En Honduras, a la terrible situación político-social que desencadenó el Golpe de Estado, se le ha de sumar que la falta de lluvias durante el 2009, ha dejado secuelas que hacen aún más vulnerables a las comunidades principalmente de la zona rural.
Hambre en América LatinaLos cultivos de maíz y frijol fueron los más afectados dentro de la franja productiva del centro y sur. De acuerdo con datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, más de 110 mil niñas y niños en Guatemala y el sur de Honduras están sufriendo los estragos de la hambruna.
Honduras, vive, de por sí, una difícil situación con más de 120,000 personas en la pobreza, mientras que 100,000 sufren malnutrición. Según el Programa Mundial de Alimentos, es necesario tomar medidas precautorias urgentes sobre todo en las zonas más vulnerables, esto debido a que hasta 200 mil familias de las zonas sur, sudoccidental y sudoriental estarían en riesgo de hambruna.
En Colombia, tan sólo en 2009, más de 100 niñas y niños nativos murieron de hambre, además, organizaciones sociales han señalado que en el departamento de Nariño, son 5 mil de ellas y ellos los que se enfrentan a la desnutrición.
Estos datos forman parte de las cifras que han llevado a la Federación Internacional de Derechos Humanos a asegurar que «La situación del derecho a la alimentación en Colombia se encuentra bastante lejos de su plena garantía. En buena medida, la desigualdad en la distribución de los ingresos y la riqueza explica esta situación. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Colombia es el undécimo país con mayor desigualdad del mundo».
La misma Federación señala que:
» Tomando como referencia los datos oficiales de la FAO, el hambre en Colombia muestra un claro comportamiento ascendente, con un ritmo de crecimiento que ya supera la velocidad con que se incrementa esta calamidad en el promedio del mundo en desarrollo e, incluso, áfrica Subsahariana. Este crecimiento sigue en el 2006.
Las cifras más recientes de carácter oficial (correspondientes al año 2005) indican que 12 de cada 100 niños y niñas menores de 5 años sufren de desnutrición crónica; el 44.7 % de las mujeres gestantes son anémicas o el 11 % darán a luz bebés con bajo peso; el 53 % de los menores de 6 meses de edad no reciben lactancia materna exclusiva; el 36 % de la población tiene una deficiente ingesta de proteínas; y, el 41 % del total de hogares colombianos manifiesta algún grado de inseguridad alimentaria.» (2)
El problema del hambre se agudiza con el desplazamiento forzado de la población, hay que recordar que éste es el tercer país a nivel mundial, sólo superado por el Congo y Sudán. La situación en que viven las y los desplazados es angustiante, los organismos internacionales señalan que el 87% de los hogares desplazados se encuentra en grado de «inseguridad alimentaria».
Así, la desnutrición crónica en niñas y niños desplazados alcanza el 22.6%, 10 puntos por encima de la media nacional. La lactancia para estos niños y niñas dura en promedio 1.5 meses y sólo la reciben como «lactancia exclusiva» un 18% de ellas y ellos. Se debe recordar que la Organización Mundial de la Salud recomienda que la lactancia dure por lo menos 6 meses para que los niños y niñas reciban todos los beneficios para su salud física y mental.
Un dato más que señala la Federación es que el 59% de las mujeres gestantes padecen anemia, superando en 15 puntos porcentuales a las gestantes no desplazadas.
Si tomamos el ejemplo de Haití, la Coordinadora Nacional para la Seguridad Alimentaria (CNSA) a alertado sobre el hambre que sufren más de tres millones de personas.
La situación era grave, el sismo y sus consecuencias la agravaron aún más. De acuerdo con el director de la institución a la que he hecho referencia, esa cifra no incluye a las más 600 mil personas que se encuentran desplazadas en el interior, huyendo de la catástrofe.
De acuerdo con del mismo, » un 32% de los hogares presenta un consumo alimentario pobre y al límite de lo aceptable, mientras que en 2007 esta proporción era del 25%».
La pobreza se ha agudizado debido a que a la población que ya la sufría, se suma aquella que tenía un nivel social intermedio y que perdieron sus bienes y capacidad económica, esta población era de aproximadamente el 32%, y se redujo al 17%, mientras, a la inversa, la población más pobre pasó de 17 a 34%.
Las y los más vulnerables son [email protected] que se encuentran [email protected], minusvá[email protected], las mujeres y los niños y niñas.
Con los ejemplos que hemos tomado hasta aquí, podemos darnos una idea general de la situación del derecho humano a la alimentación en el Continente. Cuando el Director de la FAO, Jacques Diouf, planteó que en 2010 se incrementará la población que padece hambre, señaló que «para una región exportadora es una paradoja».
La crisis alimentaria está ligada íntimamente a la proliferación de los llamados agrocombustibles, lo que ha generado que la producción de maíz, trigo y otros, sea destinado ahora no a la satisfacción de las necesidades alimenticias, sino a la creación de energía.
Los agrocombustibles pretenden sustituir al petróleo, así, se cultiva cebada, trigo, caña de azúcar o maíz para producir bioetanol, mientras que para producir biodiesel se utiliza principalmente la soja.
El sociólogo belga Eric Holtz Gimenez, citado por Francois Houtart en su artículo «El costo ecológico y social de los agrocombustibles», que puede ser consultado en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56042 , plantea que:
«Los agrocombustibles son de dos tipos, el etanol, que es un alcohol producido a partir de la caña de azúcar, del maíz, del trigo y el biodiesel, que es la producción de aceite a partir de la soya, del colza o de la palma. Según varias fuentes, el consumo de estas energías produce menos gases invernaderos que el petróleo o el gas, es decir que la combustión es algo más limpia. Sin embargo, este cálculo parece insuficiente para llegar a una conclusión definitiva. Si se toma el proceso completo de la producción, cada tonelada de biodiesel producido a partir de la palma aceitera por ejemplo, emite más CO² que el petróleo. El etanol producido a partir de la caña sembrada en la selva tropical, produce una vez y media más de gas a efectos invernaderos que el petróleo. Es decir que para hacer un cálculo real, debemos tener en cuenta muchos más elementos que solamente el resultado de la combustión.».
Desde hace varios años existe un serio debate en cuanto a los beneficios y perjuicios de esta modalidad, no sólo por sus consecuencias sociales -el incremento de los costos de los alimentos-, sino también por los impactos ambientales.
Entre los impactos ambientales se encuentran: el empobrecimiento de suelos, por ejemplo, en la Cuenca del Amazonas, el monocultivo de soja ha dejado infértil gran parte de la tierra.
La producción de agrocombustibles en América Latina ha sido la segunda causa de deforestación, por ejemplo, en Brasil alrededor de 200 millones de hectáreas de selvas tropófilas, praderas y pantanos fueron eclaradas por el gobierno «tierras degradadas» y aptas para el cultivo de agrocombustibles, estas tierras eran ecosistemas con rica biodiversidad en las regiones de Mata Atlántica, del Cerrado y del Pantanal, que estaban ocupadas por poblaciones indígenas y campesinas. El presidente Brasileño Luis Inacio Lula da Silva ha abogado a favor de los agrocombustibles, señalando que «No me digan, por el amor de Dios, que la comida es cara a causa del biocombustible. La comida es cara porque el mundo no está preparado para ver comer a millones de chinos, indios, africanos, brasileños y latinoamericanos» (8).
La producción de este tipo de cultivos puede generar escasez de agua, esto debido a que, por ejemplo, para producir un litro de etanol se requiere entre tres y cinco litros de agua de riego y el cultivo de éste produce hasta 13 litros de aguas residuales. Desde 2007, el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI por sus siglas en inglés), en el marco de la Semana Mundial del Agua, presentó un informe en el que prevé que la producción de agrocombustibles provocará la duplicidad de la demanda actual de agua para la agricultura para el año 2050.
Advirtió, asimismo, que las generaciones venideras pueden tener un problema grave debido a la necesidad de grandes cantidades de terreno para la producción de etanol y biodisel. Esto se refuerza con un informe que realizó el Instituto de Administración del Agua (IWMI) con el apoyo de la ONU, en él, determinan que la producción de agrocombustibles agravará el problema de la escasez del agua.
Pero no paran ahí los impactos sobre el medio ambiente, significan más herbicidas y los combustibles que necesita la maquinaria utilizada para acondicionar los terrenos de cultivo dedicadas a la producción de agrocombustibles, suponen el uso de energéticos fósiles contaminantes. Además, la preparación por medio, por ejemplo, del incendio de los suelos produce gases de efecto invernadero.
Los defensores de los agrocombustibles plantean que éstos son una forma de generar el desarrollo rural, veamos un ejemplo de las «bondades» que han traído para las comunidades: en julio de 2008, en Guatemala, en un área conocida como «Finca de los Recuerdos», donde el Ingenio Guadalupe produce etanol, unas 60 familias keqchi intentaron recuperar parte de las tierras para cultivarla y producir alimentos, en respuesta, de acuerdo con la organización Salva la Selva, «fueron atacados por paramilitares asociados a la compañía. Durante este ataque, les dispararon desde un helicóptero, resultando herido un hombre de 35 años, padre de tres niños, quien tuvo que ser hospitalizado. Al día siguiente, las familias y representantes de la organización campesina CUC, realizaron una protesta pacífica durante la cual volvieron a ser atacados por los paramilitares, a quienes acompañaban dos representantes del Ingenio Guadalupe. Hubo disparos, amenazas de muerte, y dos mujeres resultaron detenidas de manera ilegal.»
Hechos similares ocurrieron en una zona llamada Coatepeque en la que se ha expandido la producción de palma de aceite para producir biodisel.
Ante los hechos descritos, la organización Rights Actions ha exhortado la realización de acciones ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), exigiendo la suspensión de todo apoyo o financiamiento para agrocombustibles en Guatemala, la carta puede ser leída completa en http://www.salvalaselva.org/protestaktion.php?id=283 , aquí se reproduce parte de ella: «La producción de agrocombustibles en Guatemala ha incrementado la deforestación, la desertificación y acelera el cambio climático. También incrementa el hambre, y viola los derechos territoriales de las comunidades indígenas, incrementando la represión violenta. Por favor, suspenda inmediatamente su apoyo a los agrocombustibles en Guatemala.»
Antonie Bouhey de la organización Peuples Solidaires: «los agrocombustibles suponen un doble castigo para las poblaciones rurales de los países del sur: su cultivo no sólo se realiza sobre tierras que podrían servir para alimentar a las poblaciones locales sino que, además, su producción propicia el aumento del precio de los alimentos en todo el planeta».
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FOA), han advertido que America Latina, a pesar de ser la mayor región productora de alimentos en el mundo, está en riesgo de una crisis alimentaria atroz.
En las cifras que damos en la primera parte de este artículo, podemos darnos cuenta de que ésta, es una realidad ya para millones de latinoamericanos que no tienen acceso siquiera a un plato de alimento. La crisis económica agravó el problema y así América latina vive en una paradoja: una región rica, exuberante, y una población famélica y empobrecida.
En México, por ejemplo, entre el 15 de diciembre de 2009 y el 20 de enero de 2010 se incrementó el costo de la canasta básica en las zonas indígenas en un 50%, mientras que en Guatemala el salario mínimo no llega a cubrir el costo de una.
De acuerdo con Eric Holtz-Giménez, en su artículo titulado «5 mitos de los agrocombustibles»:
«Según la.FAO, hay suficiente cantidad de alimentos en el mundo para alimentar a todos sus habitantes con una ración diaria de 2,200 calorías, bajo la forma de frutos frescos y secos, legumbres, lácteos y carne. Sin embargo, por ser pobres, 824 millones de personas siguen sufriendo de hambre. Ahora bien, la transición anunciada pone a competir la producción alimentaria con la de combustibles en el acceso a la tierra, al agua y a los recursos. Un ejemplo concreto de esa situación se da actualmente en México. Como sus barreras aduaneras fueron desmanteladas en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (10), México importa hoy en día el 30% de su maíz de Estados Unidos (11). La creciente demanda de etanol en este último país ha provocado una enorme presión en el precio del cereal, que en febrero de 2007 subió a su nivel más alto de los últimos diez años y provocó un aumento dramático en el precio de la tortilla» (4)
Ese es sólo un ejemplo claro de la relación entre la producción de agrocombustibles y el incremento de alimentos de consumo básico, una situación que agrava el drama del hambre no sólo en América Latina, sino en todo el mundo.
Los países ricos se vuelven a beneficiar con la pobreza de los pobres, depredando tierras y bosques, despojando a las comunidades campesinas utilizando los métodos más violentos y brutales, expulsándolos hacia las zonas urbanas donde el único futuro que les espera es el de la marginación.
En la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, se aprobó una declaración en la que se señala que «el hambre constituye un ultraje y una violación de la dignidad humana, y en consecuencia, hace necesaria la adopción de medidas urgentes a nivel nacional, regional e internacional para eliminarla». Hace unos años, el expresidente cubano Fidel Castro hizo pública una reflexión titulada «Condenadas a muerte prematura por hambre y sed más de 3,000 millones de personas en el mundo», en ella denunciaba: «el hambre, inseparable compañera de los pobres, es hija de la desigual distribución de las riquezas y de las injusticias de este mundo» y advertía sobre «la idea siniestra de convertir los alimentos en combustibles», que Estados Unidos mediante el entonces presidente George Bush anunció como línea económica.
Sin embargo, la mayoría de los gobiernos de los países latinoamericanos están haciendo caso omiso, son sordos, mudos, inactivos ante el sufrimiento de masas de seres humanos hambrientos que viven en la zozobra de si habrá un trozo de pan que llevar a la boca, hoy, mañana o pasado.
Ante esa actitud, los campesinos, pequeños agricultores, trabajadores sin tierra, comunidades pobladoras de selvas y montañas se han organizado en todo el Continente en resistencias férreas en contra del despojo, exigiendo se detenga la producción de agrocombustibles y se lleven a cabo medidas que garanticen la «Soberanía alimentaria», que respete la diversidad cultural, a continuación reproduzco textualmente parte de la carta «Políticas y acciones para erradicar el hambre y la desnutrición» que han propuesto y que completa puede ser consultada en: http://www.eradicatehunger.org/es/vea-la-carta-abierta
«Creemos firmemente que las acciones para erradicar el hambre y la malnutrición deben basarse en una visión del mundo en la que:
. la soberanía alimentaria debe ser reconocida e implementada por las comunidades, pueblos, Estados e instituciones internacionales;
. todos los pueblos, sociedades y Estados deben poder determinar sus propios sistemas alimentarios y tener políticas que aseguren la disponibilidad de alimentos suficientes, de buena calidad, asequibles, saludables y culturalmente apropiados;
. debe haber respeto por los derechos de las mujeres, reconocimiento de su contribución crucial como proveedoras de alimentos, y representación de las mujeres en todos los órganos de toma de decisiones;
. deben conservarse y rehabilitarse los entornos terrestres y acuáticos, así como la biodiversidad, basándose en un manejo ecológicamente sostenible de las tierras, suelos, aguas interiores, mares, semillas, ganado y organismos acuáticos;
. la diversidad de conocimientos, alimentos, lenguas y culturas tradicionales, debe ser valorada y respetada;
. el modo en que los pueblos se organizan y expresan a sí mismos debe ser aceptado, y el poder de los pueblos para tomar decisiones sobre su herencia material, natural y espiritual debe ser defendido.»
Ante la situación de hambre en la que viven millones de latinoamericanos y latinoamericanas, es inadmisible el silencio, la inactividad, es necesario que se sigan organizando las comunidades en defensa de un derecho fundamental para la vida de todo ser humano del que estamos siendo privados por un sistema económico cruel, brutal, para el que somos sólo números o mano de obra barata. Es necesario que desde todos los espacios posibles de participación, levantemos nuestra voz de inconformidad y nos manifestemos en contra de que América Latina siga produciendo el 40 por ciento de los agrocombustibles en el mundo, mientras millones de seres humanos mueren de hambre en la peor de las miserias.
Notas
(1) FAO. Seguridad Alimentaria y Nutricional. Conceptos básicos ftp://ftp.fao.org/TC/TCA/ESP/PESA/conceptosSAN.pdf
(2) FIDH. «El derecho a la alimentación en Colombia», Federación Internacional de Derechos Humanos
(3) Le Monde, «Le président brésilien, Lula, plaide en faveur des biocarburants», 17 de abril de 2008; Marco Sibaja, «Brazil: Biofuels are not at the root of hunger crisis», The Associated Press, 17 de abril de 2008.
(4) Eric Holtz-Giménez, Le Monde Diplomatic, edición española, Junio 2007, http://www.attacmadrid.org/d/8/070722113643_php/F1.pdf
Bibliografía recomendada:
BRAVO Elizabeth, Biocombustibles, cultivos energéticos y soberanía alimentaria en América Latina, Quito, Balli, Acción ecológica, Aivos, 2007.
CARRERE Ricardo (coord.), Palma aceitera – De la cosmética al biodiesel, la colonización continúa, Montevideo, WRM, UITA, 2006.
GUITARA Victor, www.ircamericas.org/esp/4463 .
HOLTZ GIMENEZ Eric, Les cinq mythes de la transition vers les agrocarburants, Le Monde Diplomatique, junio 2007.