viernes, diciembre 8, 2023
Política

Karl Marx: marxismo, comunismo y socialismo

Karl MarxEn el terreno de las ciencias -en este caso de la política y la economía- hablaremos del marxismo como posición filosófica y de socialismo y comunismo como propuestas socio-económicas y opuestas al neoliberalismo y al capitalismo.

Inicios del comunismo y el socialismo

El concepto de comunismo y los intentos de su aplicación social no son creados por Marx. Ya antes, sociedades comunistas fueron pensadas y puestas en práctica.

Robert Owen, padre del cooperativismo
Robert Owen

En una pequeña historia del comunismo, debemos recuperar a Platón y su diálogo La República, donde el filósofo ateniense plantea un modelo de sociedad donde
«[…] existen el mejor Estado, la mejor constitución y las mejores leyes allí donde se aplica esta máxima: todo es común entre amigos.»

Sin embargo, Marx va mucho más atrás y, en sus reflexiones antropológicas, recuerda que no fue hasta que aparecieron los excedentes en las primitivas comunidades humanas, cuando el reparto de lo recursos de un grupo se distribuían de forma igualitaria.

Otro ejemplo de sociedades comunitarias son las comunidades cristianas donde el trabajo y los recursos también se organizan bajos los principios de una racionalidad comunista.

La llegada del Renacimiento trajo una recuperación de lo clásico y con ello la elaboración de algunas teorías, denominadas utópicas, como el propio libro Utopía, de Tomás Moro o La Ciudad del Sol, de Campanella.

La ilustración y sus principios se orientaron también hacia lo comunitario y fundamentaron la Revolución Francesa, que propuso con François-Noël Babeuf a la cabeza, un estado comunista donde se proponía la abolición de la propiedad privada en la llamada Conspiración de los iguales. Este movimiento, llamado babuvismo, fue duramente reprimido aunque quedó como experiencia inspiradora para otros movimientos como el marxismo.

Si el comunismo se basa básicamente en el reparto equitativo de los recursos y el aporte de los mismos es libre, el socialismo, comparte los ideales de igualdad del comunismo y los desarrolla aún más a nivel político, económico y social. Es decir, el socialismo se convierte en una aplicación más realista y pragmática del comunismo utilizando la economía y la teoría política. Si hablamos de un ideal social, hablamos de comunismo. Si nos referimos a la forma de llegar a ese ideal, entonces, usamos la palabra socialismo. No obstante, ambos conceptos se utilizan para definir una cosa u otra, a veces incorrectamente. En cualquier caso, el concepto Socialismo es más moderno que el de Comunismo y fue utilizado por primera vez por Robert Owen en 1834, empresario original de Gales y padre del cooperativismo. Pronto, sus teorías se irían difundiendo y sería Marx quien las universalizara.

Del comunismo y del socialismo hay que decir que ambos parten de una posición filosófica-antropológica donde se considera al ser humano como un animal social y los intereses de la colectividad por encima de los intereses individuales, posición contraria al neo-liberalismo y el capitalismo, que prioriza la defensa de lo individual por encima del bien común.

Karl Marx (1818-1883)

Nació en la ciudad de Tréveris, en Alemania, en el seno de una familia judía conversa liberal y de clase media lo que permitió que Marx pudiera formarse académicamente hasta el final. Estudió derecho e historia en las universidades de Bonn y Berlín, aunque lo que siempre le interesó fue la filosofía, sobre todo por la influencia que el pensamiento de Hegel ejerció sobre él y en una generación denominada hegeliana y que se dividió pronto en dos corrientes: los hegelianos de izquierdas y los de derechas. Marx, es fácil de adivinar, se afilió pronto a los hegelianos de izquierda estableciendo amistad con Bruno Bauer y Moses Hess, dos referencias en este movimiento y que ya habían escrito acerca del comunismo como forma de estado.

En 1841, Marx se doctoró en Jena. A sus estudios de Derecho e Historia, añadió un doctorado en Filosofía con la tesis Las diferencias en la filosofía de Demócrito y Epicuro. Tesis que nos orienta sobre la adhesión al materialismo por parte de Marx, compromiso ideológico que no abandonará hasta el final de sus días.

Ludwig Andreas Feuerbach
Ludwig Andreas Feuerbach

Friedrich Hegel
Friedrich Hegel

Tras doctorarse, continuó en contacto con los filósofos hegelianos de izquierda que por aquel entonces tenían la influencia de otro pensador alemán, Feuerbach, discípulo del propio Hegel que centró su obra en la reflexión sobre la religión a la que opone un humanismo no trascendental donde las obras humanas del acá no deben ser realizadas y juzgadas en base a un hipotético más allá. Feuerbach, aunque será criticado por Marx por falta de consistencia en su pensamiento, ejercerá una gran influencia sobre él en dos aspectos: uno, por su crítica a la religión y su capacidad alienadora sobre los pueblos, religión a la que Marx considerará el opio de los pueblos y dos, por la crítica que Feuerbach hace del propio Hegel, de su idealismo y sistema de pensamiento basado en el espíritu, en el ser, en lo intangible, un elemento o arje que para Feuerbach es erróneo pues es la materia y la naturaleza sensible lo que define nuestra realidad. Con esto, se prepara la inversión materialista del sistema hegeliano que Marx utilizará para fundamentar gran parte de su obra filosófica, político-económica y sociológica.

Muy pronto, los miembros de la izquierda hegeliana empezarán a ser vetados en universidades y periódicos lo que provocó que el propio Marx desistiera de dedicarse a la enseñanza y optara por el periodismo. Su primer proyecto fue la «Gaceta Renana», un periodo de corte radical donde Karl defendió la libertad de expresión frente al estado opresor y el sufragio universal además de prestar atención a los conflictos sociales colocándose del lado del proletariado. Durante esta época, el joven Marx adquirió una comprensión más precisa de la realidad social en la que vivía y de las políticas necesarias para organizar la sociedad de su tiempo.

Friedrich Engels
Friedrich Engels

En 1843 se cerró el periódico del que era director y dadas las dificultades para trabajar en Alemania, decidió trasladarse a París donde fundó una revista junto a Arnold Ruge, Anales Franco-Alemanes, aunque no tuvo mucho éxito y sólo lograron publicar un número. Sin embargo, en la ciudad francesa, en la que solo residió dos años, tuvo la oportunidad de conocer a Heine y a su gran amigo y colaborador Friedrich Engels. También tuvo tiempo de escribir su obra Crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1844) y, sobre todo, de radicalizar sus posturas políticas a través del conocimiento del socialismo de Proudhon, que le llevaría a romper con sus antiguos camaradas los hegelianos de izquierda a los que consideraba simplemente liberales, en el sentido lockiano de la palabra.

Y ya que hemos hablado de radicalidad en Marx, es importante explicar el significado de esta palabra desde un punto de vista filosófico para evitar el malentendido que hay acerca de este tema. Para Marx el concepto radical no tiene nada que ver con el uso que se da hoy a esta palabra, sobre todo para definir a un movimiento violento. Radical significa ir a la raíz, es decir, si se aborda un tema determinado, no ser superficial o moderado en la solución sino afrontar la reflexión desde lo fundamental y si esto se traslada al ámbito de lo social, un cambio radical no significaría utilizar la violencia sino ir a la raíz de los problemas y solucionarlos de forma integral. Es importante destacar este punto porque a pesar de que en el marxismo hay elementos que abogan por la violencia (dictadura popular), esto no tiene que ver con el concepto radical.

Explicado esto, es más fácil comprender que Marx, a diferencia de los que pensaban que era necesario profundizar en la democracia para alcanzar mayores niveles de igualdad y justicia social, pensaba que era necesario un cambio radical, de carácter revolucionario y, sobre todo, emancipatorio. El estado capitalista se había apropiado de la humanidad de forma alienante y por ello la humanidad debía reapropiarse de sí misma.

Por otro lado, Marx, aunque mantendrá la influencia de Feuerbach en parte de su pensamiento, no dejará de criticarle. Si bien aceptó su materialismo a la hora de describir la realidad, criticó el determinismo natural y ahistórico de la humanidad en Feuerbach. Marx es más heracliteo en este sentido, pues cree que la humanidad puede generar cambios –de hecho, está en continuo cambio– por la acción del trabajo y la revolución que busca el justo reparto de los recursos económicos, raíz de toda alienación.

Pierre Joseph Proudhon
Pierre Joseph Proudhon

Los dos años que Marx pasó en París, fueron realmente enriquecedores. Allí conoció las obras de liberales económicos como Adam Smith, cuyas ideas fundamentarían el capitalismo, y profundizó aun más en el socialismo de Proudhon y de los socialistas franceses de los que, finalmente, se desvinculó y acusó de utópicos y pequeños burgueses. Es en esta época, cuando comienza a plantear públicamente la necesidad de trabajar para consecución de una sociedad comunista, escribe, junto a Engels, su primera obra, La sagrada familia, crítica filosófica a los jóvenes hegelianos y a él mismo, pues Marx también perteneció a este grupo. En esta obra, sin embargo, todavía alaba el esfuerzo enérgico de Proudhon por analizar el concepto de propiedad. Cuando el pensador político francés y autodidacta fallece, en 1865, Marx se desvicula totalmente de él acusándole de incoherente, burgués y vanidoso.

Así, Marx empezó a destacar como pensador social, aunque ello le llevó a enemistarse con gran parte de sus anteriores colegas además de tener en frente a los liberales y políticos conservadores, lo que finalmente provocó su expulsión de París y el traslado a Bruselas donde comienza su actividad revolucionaria organizando grupos de obreros para reclamar los derechos del proletariado y así romper definidamente con el humanismo idealista hegeliano y el socialismo utópico francés para proponer un estudio científico de la sociedad –pragmatismo científico– e iniciar su propia epistemología en el análisis social. Sin embargo, debido a estas actividades, Marx no permanecerá mucho tiempo en el Bruselas y en 1848 volverá a Alemania.

Manifiesto comunista
Portada del Manifiesto Comunista (1848)

Este año será una de las fechas más importantes en la historia contemporánea, ya que Marx y Engels publicarán el Manifiesto Comunista, encargo de la Liga de los Comunistas que ambos pensadores habían co-creado en 1847 partiendo de los principios de la ya existente Liga de los Justos, fundada por trabajadores alemanes en París en 1836. El Manifiesto Comunista, pronto se convertirá en uno de los textos más importantes del pensamiento político-económico de la historia, tan importante como la República de Platón. En este texto, Marx y Engels sentaron las bases de una sociedad comunista aprovechando la constante lucha de clases en la historia como motor principal. La consecución de esta sociedad, contrariamente a lo que se pueda pensar, no tenía para Marx y Engels un carácter utópico. Básicamente, lo que propone el comunismo marxista-hegeliano es la toma del poder por el proletariado y la extinción, de forma paulatina, del estado capitalista, causa de la alienación de la sociedad, y la propiedad privada, fuente de la explotación de los hombres.

También el año 1848 es un año de grandes revoluciones por toda Europa, oportunidad que Marx y Engels aprovechan para fundar «La Nueva Gaceta Renana», con el propósito de apoyar a la revolución proletaria en Alemania y el resto de Europa. Sin embargo, los movimientos revolucionarios son aplacados en toda el continente. Marx debe abandonar de nuevo Alemania hacia París, de donde también es expulsado. Karl Marx se ha convertido en un incómodo revolucionario y bien conocido en Europa. Finalmente, en 1849, se instala definitivamente en Londres, Inglaterra, donde residirá el resto de su vida. Aunque se le permite vivir en Gran Bretaña, también será vetado en su trabajo y sobrevivirá gracias a sus colaboraciones con medios de comunicación de izquierda y, sobre todo, con el apoyo de su amigo Engels. Pero, la principal actividad de Marx en Inglaterra será la de organizar su actividad revolucionaria y política además de investigar y escribir sobre teoría de los sistemas sociales, historia, psicología, filosofía, idiomas y otras disciplinas académicas con el fin de aplicarlas a su concepción del comunismo y socialismo y perfeccionarlo, lo que convierte a Marx en un pensador inclasificable, ya que se le puede estudiar como sociólogo, filósofo, economista, estadista, etc.

Durante estos años Marx, continúa escribiendo y preparando su gran obra, que viene precedido de varios escritos, conocidos como los Grundrisse, hasta que en 1867, Marx publica el primer volumen de El Capital donde, además de hacer un repaso de su trayectoria política y vital establece una nueva relación entre el capital y trabajo, analiza la circulación del capital y crítica al capitalismo por la exploración del obrero a través de la explotación de su mercancía fuerza de trabajo:

El Capital, por Karl Marx (1867)
El Capital, por Karl Marx (1867)

«En la sociedad capitalista el proletario está obligado a vender su fuerza de trabajo, ya que es la única mercancía de la que dispone pero, como toda mercancía, el precio de la fuerza de trabajo se mide por el valor de los productos necesarios para su reposición, en este caso por el valor de lo necesario para su reproducción (vivienda, alimentación, ropa, etc., para el obrero y su descendencia). De esta manera se calcula el precio del salario a cambio del cual el obrero vende su fuerza de trabajo durante un determinado horario laboral. Ahora bien, si en el proceso de producción el capitalista invierte una cantidad D en maquinaria, materias primas y fuerza de trabajo, suponiendo que pague por ello el precio justo, ¿cómo es posible que al final del proceso de producción pueda ofrecer una mercancía por la que obtiene una cantidad D’ superior a D?, es decir, ¿qué es lo que permite que el capital genere valor, genere un plus de valor o plusvalía (Mehrwert)? Marx afirma que ello es posible porque la «mercancía fuerza de trabajo» produce más valor del que es pagado en el salario, lo que está en la base de la acumulación de capital. Por ello, si el capital puede generar valor es sólo porque es una acumulación de fuerza de trabajo no pagada. Esta es la base de la explotación capitalista». (5)

Esta reflexión de El Capital es de suma importancia para evolución del mundo al día de hoy. Reconozcamos los errores que existen en el ideario marxista y su interpretación de la historia, de la realidad y sus aspiraciones futuras, pero reconozcamos también que gracias a la propuesta socio-económica de Marx, los trabajadores han conseguido niveles de bienestar y dignidad no conocidos anteriormente ante la explotación de los medios de producción feudal y capitalista. Muchos gobiernos, ora buscando una genuina justicia en las relaciones laborales, ora cediendo ante las justas demandas del proletariado por miedo a la llegada del marxismo, han provocado altos niveles de igualdad social. Este es realmente, el gran triunfo del marxismo, y por ello, no es de extrañar que en países como Bolivia, Ecuador o Venezuela, las personas que se consideran explotadas, recuperen el ideario marxista.

Así, a este aporte intelectual y teórico, Marx añadió su trabajo sobre el terreno y el 1864 fundó la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional que aglutinó a diversos pensadores y revolucionarios de izquierda como Bakunin, que años más tarde provocaría la escisión de esta organización en dos grandes corrientes; la marxista por un lado, y la anarquista por otro.

El objetivo de la Primera Internacional será el de unir a los trabajadores a nivel internacional organizados en diferentes movimientos como el anarquismo, el sindicalismo inglés, socialistas franceses e italianos republicanos, además de convertirse en un centro de estudio para establecer las líneas de actuación del proletariado. Como resultado práctico de la Internacional se creará, 1871, la Comuna de París, que Marx defenderá.

Los principales responsables y organizadores de la Primera Internacional fueron Marx, Engels y Bakunin, aunque este último acabaría abandonando la organización y formando una internacional anarquista debido a sus fuertes discrepancias con los planteamientos de Marx y el centralismo de la propia internacional, la cual, tras varias reuniones y un traslado a Nueva York, en 1876, se disuelve y no será hasta 1889, ya fallecido Marx, cuando Engels re-organice todo para establecer la Segunda Internacional, donde, ya aparecen dos claras tendencias dentro del movimiento: el comunismo partidario de la revolución del proletariado y la dictadura popular para alcanzar la sociedad comunista, y la social-democracia, que aspira al poder mediante la participación como partido político en una democracia y que se convierte en la corriente con más influencia en la Segunda Internacional. También, tras la muerte de Marx, Engels reunió todos los escritos de su amigo y publicó el segundo y tercer libro de El Capital.

Por aquel entonces, el movimiento revolucionario comunista ya estaba internacionalizado y en diversos países ya se estaba intentando aplicar con mayor o menor éxito y con mayor o menor coherencia. Es importante destacar que Marx dejó bien claro que su teoría político-económica no era una teoría cerrada ni debía catalogarse como de marxista, sino que, en lo fundamental, era la crítica científica y no un nuevo dogma cerrado a la revisión y la mejora.

También es importante destacar las cuatro distintas Internacionales que se establecieron hasta la época del estalinismo en las cuales, surgían nuevas discrepancias, escisiones y enfrentamientos entre las distintas corrientes.

La aplicación del Marxismo

Stalin, Lenin y Kalinin en 1919
Stalin, Lenin y Kalinin en 1919

A la muerte de Marx, en 1885, ya existían diversas manifestaciones del marxismo pero será a partir del siglo XX cuando estados enteros pongan en práctica diversas formas e interpretaciones del mismo con mayor o menor éxito. Desde la social-democracia en la Alemania de Weimar a principios del siglo XX hasta los desvaríos estalinistas y maoístas, pasando por el comunismo y socialismo español de la Segunda República, el marxismo aplicado al tercer mundo, como el guevarismo y el sandinismo, el sincretismo con otros movimientos aparentemente contrarios como los diálogos cristológico-marxistas o el llamado euro-comunismo posterior, que asume el régimen democrático moderno por parte de los partidos comunistas. En cualquier caso, fue el cruel régimen bolchevique quien dejó un malísimo ejemplo de cómo poner en práctica la teoría marxista lo que ha producido que para muchos, hablar de Marx, comunismo o socialismo sea sinónimo de dictadura.

Antecedentes del comunismo marxista.No obstante, el comunismo como teoría socio-política, el socialismo como corriente económica y el marxismo como posición filosófica y antropológica han tenido importantes e interesantes posiciones críticas incluso desde dentro del pensamiento marxista. Quizá, la más interesante sea la que formuló en la primera mitad del siglo pasado XX la Escuela de Frankfurt, compuesta por pensadores como Ernest Bloch, Marcuse, Adorno, Georg Lukács, Eric Fromm, Horkheimer y otros pensadores que se inspiraron en los escritos del propio Marx, Freud y Weber, para revitalizar el marxismo repensándolo en el siglo XX y al que se ha denominado marxismo occidental. Estos estudios realizaron críticas muy constructivas al marxismo y su aplicación con la intención de revitalizarlo. La Escuela de Frankfurt denuncia aspectos negativos como el enfermizo egocentrismo de algunos líderes comunistas como Stalin; rechazan la dictadura popular como metodología para la consecución de una sociedad comunista; fortalecen, en especial Eric Fromm, el protagonismo del individuo en equilibrio con la justicia social, y piden respeto a la espiritualidad humana. Gracias a estos pensadores, contemporáneos de Stalin y otros dictadores, el marxismo continuó siendo motivo de estudio en universidades y centros de estudios para poder llegar a nuestros días aun con cierta autoridad.

En cuanto a la aplicación del marxismo en la Unión Soviética, el grado de crueldad alcanzó niveles comparables al nazismo en tiempos de Stalin, al cual no podemos comparar con Lenin, que no era partidario del imperialismo ni de que un sólo líder acumulara todo el poder. Aunque la Rusia comunista de Stalin defendió a distintas revoluciones en el siglo XX y dio asilo a luchadores de izquierdas contra el fascismo como dirigentes españoles, argentinos o chilenos, esto no justifica la rígida dictadura stalinista y acabó a mediados de los ochenta con la Perestroika, de Gorbachov. Además, desde el punto de vista de la propia teoría marxista, decíamos antes: “El estado capitalista se había apropiado de la humanidad de forma alienante y por ello la propiedad debía reapropiarse de sí misma.”, aludiendo a los deseos de emancipación del marxismo, y ante esto, nos encontramos con la gran paradoja del concepto de estado soviético: al ciudadano, en la sociedad comunista rusa, se le instruye en el marxismo y pronto adquiere la comprensión de la palabra alienación y su significado desde una posición emancipatoria. Sin embargo, y aquí reside una de las grandes contradicciones del comunismo soviético, el ciudadano, finalmente, acaba alienado por el estado que dirige su vida hasta en el más mínimo detalle y se apropia de su trabajo sin otorgarle valor o plusvalía alguna.

Concluyamos reconociendo que en el marxismo hay errores desde el punto de vista teórico y que su aplicación ha provocado dictaduras anti-humanistas, sin embargo, hay que rescatar aspectos que han servido a la sociedad para alcanzar ciertos niveles de justicia. La relación marxista trabajo/valor, donde al trabajador se le retribuye en función de su capacidad de trabajo frena las aspiraciones capitalistas por reducir el valor a un trabajador para aumentar las ganancias. En este sentido, considerando la situación del mundo actual, el análisis marxista de las plusvalías en el terreno de la justicia social aun está vigente.


Notas:
(1) Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

Fuente:
BERTRAND RUSSELL, Historia de la Filosofía, RBA, Madrid, 2009.

Opiniones

Jesús Sordo Medina

Programador informático, redactor y director de homohominisacrares.net