lunes, septiembre 25, 2023
Filosofia

La Ética a Nicomaco de Aristóteles

La esencia de la Ética a Nicómaco y, en general, de toda la obra ética de Aristóteles, está presidida por la idea que el estagirita tiene del Bien, el cual es el fin al que todas las cosas e individuos tienden. Según Aristóteles, este Bien «será lo bueno y lo mejor»; será el telos último. En este sentido, la felicidad (eudaimonia), como uno de los conceptos fundamentales de la cultura griega, es el fin último ya que se busca por sí misma y todas las otras cosas se buscan por ella.

Los textos de la Ética Nicomaquea

La obra Ética a Nicomaco es uno de los tres libros sobre moral de Aristóteles. Se compone de 10 libros o capítulos inspirados en las reflexiones que ya antes Platón y Socrates habían realizado sobre cómo deben vivir y relacionarse las personas.

En cuanto al título de la obra, es improbable que Aristóteles lo creara. Si no más bien personas afines a él. Uno podría ser su propio hijo Nicomaco, así como el gran organizador de su obra: Andrónico de Rodas, director del Liceo siglos después.

Este libro en concreto es una de las grandes obras del griego y comparte capítulos con Ética eudemia. Como el resto de sus obras, la Ética a Nicomaco es una transcripción de las clases y conversaciones que Arístóteles tenía con sus alumnos mientras paseaban por el jardín del Liceo. Pese al paso de los milenios, esta obra sigue siendo una de las más importantes en el terreno de la «ética de las virtudes».

La idea del bien y de la felicidad o Eudaimonia

Todo arte, todo saber igual que todo lo que hacemos y elegimos parece tender a algún bien: por eso se ha dicho con razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden.

La felicidad que propone Aristóteles no es el concepto de felicidad que hasta ese momento se tenía en el mundo griego, en el sentido de poseer un buen espíritu o daimon (eudamonia) adjudicado por lo divino. O lo que es lo mismo: ser feliz o no, dependía de los dioses y no de la reflexión y acciones del individuo.

Sin embargo, Aristóteles sostiene que la felicidad o tener un buen daimon -además de una sociedad menos desigual- se consigue a gracias a una actitud y capacidad de cultivar la virtud y un espíritu recto.

Individuo y sociedad: ética y política

El conflicto entre individuo y sociedad, entre bien individual y bien colectivo, está muy presente en la obra de Aristóteles. El hecho de afirmar que vivir bien es un principio ético fundamental y propio de la cultura griega, y que éste está basado en que debemos tener, poseer las cosas que satisfagan nuestros deseos, puede llevarnos a concluir que el egoísmo está, instalado de forma perenne en la naturaleza humana.

Ante este dilema, Aristóteles argumenta que el satisfacer las necesidades individuales es algo apetecible, pero siempre estará supeditado por el contexto colectivo. Por lo tanto será mucho más grande, perfecto e importante alcanzar y preservar el bien de la ciudad. El bien superior es el bien de todos:

Un bien superior, pero humano; un bien en el mundo.

Y para conseguir su objetivo (un bien común basado en la felicidad), Aristóteles pone la ética como principal herramienta y, en concreto, su teoría de las virtudes. Con ella, se sirve a la política para conseguir la felicidad para el total de las personas, auna eudamonia más hermosa que la felicidad individual.

La areté

La areté (ἀρετή) es un concepto fundamental en la Ética a Nicómaco. Este concepto, de hecho, se refiere a la virtud o excelencia humana que se consigue a través de la práctica de actos buenos, y en el que se centra de forma constante la obra.

Esta visión de la sociedad, el hecho de que se pueda caminar hacia el bien, implica un proceso de educación donde la ética se convierte en una teoría de la felicidad humana en la que se consiguen aunar los intereses individuales con los colectivos. Por lo tanto, la ética se convierte en un saber práctico:

Pues no investigamos para saber que es la areté, sino para que seamos buenos.

Así, la virtud o areté es un hábito por el cual las personas se hacen buenas y realizan bien su función propia, cumpliendo así con la energeia, acción o motor que tiende a su fin. Al igual que un zapatero hace mejores zapatos cuantas más veces y mejor intención ponga en hacerlos, «así nos hacemos buenos practicando actos buenos».

Esa capacidad para actuar, esa energeia se entiende que debe estar de acuerdo con el logos, pues ser excelentes como humanos nos une inevitablemente a la racionalidad, al lenguaje que nos une con los otros hombres y que a través del diálogo nos invita a entrar en contacto con los demás para conocerlos y conocernos.

El justo medio

Ahora bien, una vez explicada la importancia de la areté o virtud en nuestros hábitos de comportamiento, debemos explicar qué define a los actos como excelentes y virtuosos. Para ello, Aristóteles hace una división en su teoría de las virtudes.

Virtudes éticas

Según Aristóteles la virtud moral o excelencia humana es el justo medio entre dos extremos. Por ejemplo, la valentía es el justo medio entre la cobardía y la osadia. Ambos extremos son defectuosos y el equilibrio es la condición de la virtuosidad. La teoría del justo medio supone la prudencia como guía de la acción moral. Puesto que la ética no es una ciencia exacta, solamente la recta razón gobernada por la prudencia garantiza el encuentro con la mesura o moderación.

Asi, sobre todas las virtudes o excelencias, destaca la justicia. Su fuerza sobre las demás consiste en su perfección: quien es justo se proyecta más hacia el otro que hacía a sí mismo. Este planteamiento muestra el sentido de solidaridad y philía (empatía, amistad) que corresponde esencialmente a la vida humana. Por el contrario, el mal mayor para una sociedad será la injusticia.

Virtudes intelectuales o dianoéticas

Estas virtudes se adquieren mediante el aprendizaje: la ciencia (episteme) y la inteligencia (nous) que, unidas, hacen brotar a la sabiduría (sophía).

El objetivo de estas virtudes es, en principio, conocer acerca de las cosas necesarias. Es decir: aquello que no puede ser de otra manera; aunque también las virtudes dianoéticas pueden referirse a lo contingente o lo que puede ser de otra manera.

El arte (téchne) y la prudencia (phrónesis) son dos ejemplos, donde el arte desarrolla la posibilidad de crear objetos y la prudencia, de idear objetos. Es, pues, una sabiduría práctica con la que nos orientamos.

Philía o amistad

La misma experiencia de las relaciones humanas le lleva a Aristóteles a destacar la importancia de la amistad. Casi una cuarta parte de la Ética Nicomáquea está destinada al análisis de la amistad, de «lo más necesario de la vida». La sensibilidad de Aristóteles ante esta fuerza que une a los seres humanos le hace descubrir ese concepto de alter ego -«el otro que es como yo»- encarnado en el amigo:

El amigo es otro yo. Y como es muy difícil conocerse a sí mismo […] y por otro lado resulta muy agradable este conocimiento, y como tampoco es posible vernos a nosotros mismos a partir de nosotros mismos como vemos en el espejo nuestro rostro, cuando queremos conocernos vemos a un amigo.

Los diez libros de la Ética a Nicomaco abornas más principios morales, pero lo hacen analizándolos de una forma similar y buscando siempre en justo medio entre extremos, posición que lleva a la virtud o areté que nos hace mejores.

Bilbiografía

  • ARISTOTELES, Etica a Nicomaco, Espasa Calpe, México D.C. 1946.

Opiniones

Jesús Sordo Medina

Programador informático, redactor y director de homohominisacrares.net