Budismo: la Cuatro Nobles Verdades y la superación del sufrimiento
Gran parte de Occidente, en cuestiones del alma y tras la caída del Imperio Romano, ha estado bajo el amparo de las religiones de origen abrahámico, principalmente del cristianismo. Esta religión, a través de distintas confesiones, se ha ocupado durante siglos de la educación religiosa, moral y espiritual de los europeos. Luego de la colonización de América por parte de Occidente, el cristianismo también se ha convertido en la principal religión del continente.
No obstante, especialmente en el siglo XX y gracias a la Democracia y al laicismo, las «religiones del libro» han empezado a ver cómo parte de su «rebaño» ha ido decreciendo en favor de otras opciones espirituales. Dejando a un lado al ateísmo y al agnosticismo, una de esas opciones ha sido el orientalismo. Y dentro del grupo de espiritualidades y religiones que han proliferado en Europa y Estados Unidos, una de las más seguidas es el budismo.
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Budismo y Occidente
Aunque su conocimiento en Occidente viene de largo gracias a los viajes de algunos aventureros más allá del Hindú Kush, es a partir de los años 60 del siglo XX, especialmente en el mundo anglosajón, cuando el budismo empieza a penetrar en la sociedad occidental. Y no tanto en ámbitos académicos, sino a modo de práctica espiritual en las clases burguesas. Uno de los grandes promotores de esos talleres y creación de sedes repartidas por las principales ciudades occidentales fue Tenzin Gyatso, XIV Dalai Lama de la escuela Gelug o budismo tibetano.
Desconfianza de la ciencia y religiones occidentales, y cuestiones políticas
Esta difusión del budismo, no obstante, ha tenido -y tiene- que salvar ciertos prejuicios y resistencia de las sociedades occidentales. Por un lado, hay que tener en cuenta los 17 siglos de proselitismo e implantación del cristianismo. Ha penetrado tanto en la mentalidad individual y colectiva de los occidentales que feligreses e iglesias han reaccionado con desconfianza ante el budismo.
La reacción no ha sido menor en el lado de la ciencia y la racionalidad cartesiana e ilustrada, que se decanta más por la lógica, el materialismo y la libertad de conciencia individual, alejándose de todo lo relativo a la religión y el misticismo.
A todo esto, no hay que olvidar el conflicto histórico del Tibet con China -país que lo ocupó en 1950-, que ha dificultado en algunos países occidentales las buenas relaciones con líderes como el Dalai Lama.
Malentendidos lingüísticos
Otro aspecto que puede llevar a conflictos doctrinarios e intelectuales es el lenguaje. Acceder al budismo supone acceder a una cultura milenaria que contiene elementos lingüísticos que en el mundo occidental no conocemos o que interpretamos de forma distinta.
Un ejemplo claro es cómo se entiende el «apego» en Oriente y cómo se hace en Occidente. Para hinduístas y budistas, el ‘apego’ supone algo parecido al vicio aristotélico alejado de la virtud. De forma más precisa, para el budismo estar dominado por los apegos (a cosas materiales, emociones, personas, etc.) es fuente de sufrimiento. Sin embargo, el término ‘apego’ en Occidente tiene connotaciones más positivas y es más un sinónimo de cariño o de preocupación por alguien.
Otro término controvertido es el significado de «vacuidad» o Śūnyatā en el budismo. Este, mal interpretado, puede llevarnos a pensar que la doctrina oriental nos coloca en una especie de nihilismo. En él todo es relativo, no hay constantes donde agarrarse o se vive en la nada. Sin embargo, para el budismo la vacuidad tiene un significado distinto. De hecho, son varios. Los principales son:
- Es una comprensión capaz de ver la última realidad de las cosas. Nada existe por sí solo sino que está compuesto de otros elementos y éstos a su vez, de otros. Nada que ver con la tradición parmenídeo-platónica.
- Un estado meditativo profundo.
- O un análisis fenomenológico de la experiencia. Todo está en continuo cambio.
Así, la «vacuidad» budista, en sus distintas corrientes, no se refiere a vacío o nihilismo, sino a una profunda comprensión de la realidad.
Origen del budismo
Durante el siglo VI a.C. el oriente hinduista se encontraba en un periodo de debate filosófico y religioso. En gran medida, eso se debió al desarrollo de los Upanishads, unos libros que se empezaron a escribir a partir del año 800 a.C. En ellos se daba una nueva visión de las antiguas creencias hinduistas (Vedas). Un ejemplo es la negación del sacrificio o al menos reubicarlo en el plano metafísico.
Escisiones en el hinduismo
Junto a este movimiento de renuncia, del seno de la cultura hinduista, aparecieron otros tres escisiones: el budismo, el jainismo y el ajivikismo, fundados por Siddhartha Gautama, Mahavira y Makkali Gosala, respectivamente. Estos movimientos abandonaron definitivamente el culto al sacrificio y el sistema de castas de la antigua cultura ario-hindú. Y se centraron en la búsqueda de la iluminación interior. Para lograrlo, se apostó por abandonar la sociedad y sus viejos valores, para vivir como ascetas.
Siddharta Gautama
En cuanto al budismo, apareció en el nordeste de la India hace unos 2.500 años. Su fundador, Siddhartha («el que ha alcanzado su meta») Gautama (apellido familiar), vivió durante los siglos VI-V a.C. Era hijo del gobernador de un principado y gozaba de una vida cómoda. Ya desde su nacimiento, según cuenta la biografía mítica del Buda, un ermitaño y adivino llamado Ashita reconoció en el pequeño las treinta y dos marcas principales y las ochenta secundarias que adornan a un Buda. Así, anunció a sus padres que si el niño elegía abandonar la vida familiar podría llegar a ser un Buda.
Pero los padres de Siddhartha no querían ese estilo de vida para su hijo. Y, al observar que su Siddharta se centraba más y más en la meditación, intentaron colmarle de bienes materiales para que abandonara esa misión. Y por un tiempo lo consiguieron. El futuro Buda se caso con Yashodharâ y tuvo un hijo: Râhula. Sin embargo, Gautama entró en una profunda crisis moral que le llevó a tomar la decisión de abandonarlo todo y lanzarse a una vida errante como asceta.
Las razones que explican esa crisis y su decisión de abandonar su placentera vida son una serie de encuentros que Siddhartha experimentó. Estos le ayudaron a comprender la existencia del sufrimiento en la vida y cómo superarlo:
- En el primer encuentro se topó con un anciano que se apoyaba en su bastón mientras se tambaleaba.
- En otro paseo, encontró a un enfermo, que sufría enormemente mientras, en el suelo, se revolcaba sobre sus propios excrementos.
- En otra oportunidad se encontró «con mucha gente vestida de diversos colores, construyendo una pira funeraria».
- Por último, observó a un ermitaño con un hábito amarillo y la cabeza rapada.
Con esas experiencias Buda se convenció de que en la vida hay mucho sufrimiento (vejez, enfermedad y muerte) y que es a través de la investigación y reflexión ascética como se puede superar. Por esta razón Siddhartha decidió abandonar su vida acomodada por una dedicada a la meditación.
Inicio de la peregrinación de Siddharta
En su peregrinar por los caminos de la India, en un principio, decidió aprender las enseñanzas de Arada Kâlâma y Rudraka Râmaputra, perteneciente éste último al jainismo. En poco tiempo, Siddhartha dominó la doctrina de ambos y decidió investigar por su cuenta rechazando compartir liderazgo en el movimiento de Arada y Rudraka.

Tras su larga búsqueda individual, un día Gautama llegó al río Nairanjanâ, donde tomó un baño. Tras esto, le fue ofrecido un plato de sopa de arroz con leche por una mujer con lo que el Buda recuperó fuerzas. En la ribera de este río, encontró una higuera pipilla. Bajo este árbol comenzó una titánica meditación en la que luchó contra Mâra, dios del amor y de la muerte. De esta lucha salió victorioso y Siddhartha despertó.
Este despertar se interpreta desde un punto de vista racional: fue un acto de comprensión. Descubrió una gran verdad:
Comprendí: esto es sufrimiento. Comprendí: esto es la causa del sufrimiento. Comprendí: esto es el fin del sufrimiento. Comprendí: ésta es la vía que conduce al cese del sufrimiento.
Aspectos generales de la doctrina budista
El objetivo principal del budismo es la superación del sufrimiento a través de la comprensión y la meditación. Sin embargo, además de la práctica meditativa, el budismo también contiene en su doctrina una determinada interpretación del mundo metafísico, de la transcendencia y de la propia creación.
Un aspecto muy importante en el budismo es el hecho de que no acepta la existencia de un dios creador eterno e imperecedero. En coherencia con su doctrina del «eterno devenir», de la impermanencia de las cosas, resulta imposible la existencia de algo o alguien eterno e inmutable en el universo si éste está en constante cambio. Además, a través de la experiencia humana, es imposible afirmar la existencia de un creador o negarlo (¿agnosticismo?), por lo que no resulta de utilidad al budismo, que prefiere centrarse en cómo superar el sufrimiento en el transcurrir vital de cada individuo.
Pero esto no implica que el budismo opte por el ateismo, de hecho, del hinduismo se han heredado algunas divinidades aunque es cierto que todas están bajo la ley del karma, que es sin duda uno de los aspectos capitales de su metafísica.
Ahora bien, dada la devoción de los practicantes budistas hacia el Buda, muchos pueden pensar que es él quien se convierte en un Dios para los herederos de su doctrina. A esto hay que responder que aunque se considera a Gautama, desde el punto de vista espiritual y ético, un ser perfecto, él mismo rechazó la idea de convertirse en un Dios por carecer de omnipotencia y reconocer, en sus enseñanzas y en su experiencia vital, su propia condición humana. De hecho, en la historia del budismo, el Buda Shâkyamuni fue el vigésimo iluminado o Buda de los tantos que aparecerán. También según el budismo, aparecerá un próximo Buda, Maitreya, que se convertirá en el vigésimo primero.
¿Filosofía, religión, espiritualidad o sabiduría?
Otra de las grandes controversias acerca del budismo es definirlo. ¿Es una filosofía, una religión, una sabiduría o una espiritualidad? Es cierto que hay elementos filosóficos en el budismo pero no sería correcto definirlo solo como una filosofía, pues ésta carece en muchas ocasiones de aplicación práctica centrándose más en el aspecto epistemológico. Tampoco, por el hecho de la no existencia de un dios y la poca preocupación por indagar acerca del inicio de los tiempos (y su final), no podemos considerar al budismo del todo una religión aunque existan elementos religiosos, como la vida monacal. Por último algunos han definido la doctrina budista como una sabiduría que contempla el estudio filosófico, la práctica psicológica y una cierta actitud religiosa.
En cualquier caso, en lo que si se está de acuerdo es que el budismo pone un especial énfasis en aunar filosofía, práctica psicológica y espiritualidad (trascendente o no) para la superación del sufrimiento liberándose de los apegos desde una posición humanística y racional, y sin necesidad de recurrir a entes sobrenaturales. Y la herramienta principal para comenzar ese camino de superación y liberación del sufrimiento es la meditación, la contemplación y la disciplina mental.
Centrándonos en el origen del sufrimiento, este se ubica, por un lado, en nuestra mente y es ella el objeto de estudio y de trabajo para vencer ese sufrimiento. Por otro lado, y este aspecto es algo que a los occidentales nos cuesta comprender, las alegrías y las desgracias que podemos padecer o disfrutar en nuestra vida tienen su raíz en la ley del karma (un razonamiento metafísico de las causas y efectos de nuestras acciones), ya sea por haber errado en vidas anteriores que manifiestan ahora las consecuencias y que debemos corregir para no trasladarlas a una nueva existencia futura, o por los errores que podemos cometer en nuestra vida, con sus respectivas consecuencias en la misma.
Las Cuatro Nobles Verdades, el Camino Óctuple
Un aspecto muy importante e interesante de la doctrina del Buda es su humanismo. Gautama rechaza radicalmente el papel de los brahmanes como intérpretes de la verdad. De hecho, asegura que cualquiera que siga los preceptos budistas puede alcanzar el Nirvana (más allá incluso de la veneración al Buda Sakyamuni o a otro posterior), sin considerar su casta. Hay que insistir en la novedad de este razonamiento (del siglo VI a.C.) que coloca al ser humano como protagonista de su propio devenir. Una buena argumentación a favor de la igualdad humana.
Pero para alcanzar la paz espiritual, la coherencia en nuestros actos, una correcta reflexión ética, la compasión verdadera para con otros y, finalmente, el Nirvana (que no es un estado de inconsciencia, sino todo lo contrario) el Buda advierte que es necesario un gran trabajo; y este comienza con la observación y la práctica de las Cuatro Nobles Verdades.
Una buena analogía para describir el sentido y objetivo de este sistema es la asociación entre este trabajo vital y la práctica médica:
- Primero, diagnosticamos la enfermedad.
- Después identificamos su causa.
- Determinamos si existe curación.
- Finalmente, aplicamos un tratamiento adecuado.
Esta es la filosofía de trabajo de las Cuatro Nobles Verdades, del todo objetiva e incluso asumible desde un punto de vista psicológico-científico.
También es cierto que la ciencia médica occidental -en el plano físico- cuenta con tangibles para explicar el éxito de sus procedimientos, mientras que la práctica budista solo puede ampararse en resultados más intangibles, pero no por ello menos importantes a nivel psicológico, como son la serenidad, la paz interior y, a nivel general, la felicidad integral de la persona. En este sentido, un practicante budista que ha logrado sentirse bien abrazando la doctrina budista, podría convertirse en un ejemplo práctico (en términos occidentales) de la utilidad de este sistema.
Pero volviendo a la analogía del sistema de superación del sufrimiento budista y la ciencia médica práctica, expongamos cómo argumenta el budismo su tratamiento.
Toda existencia es sufrimiento: Primera noble verdad
Esta Primera Noble Verdad nos habla de la condición humana esencial según el budismo, la cual parte de una afirmación un tanto pesimista desde el punto de vista antropológico: «toda existencia es sufrimiento». Esta realidad se explica de la siguiente forma:
- Hay una constante en el budismo: la impermanencia, el carácter transitorio y fugaz de todo lo que nos rodea. A esto el budismo lo llama: anitya.
- El resultado de la impermanencia provoca que nada o nadie pueda convertirse en algo permanente, ajeno al cambio y, por lo tanto, imperecero y existente independiente a otras realidades (anâtman). Esto nos lleva a afirmar (siempre bajo los conceptos budistas) que no existe un yo, un âtman, alma, espíritu o Dios inmutable y perfecto, debido a la propia ley de impermanencia.
- Del concepto general de impermanencia, deviene una característica general al ser humano y que da nombre a la Primera Noble Verdad: dukkha, que se traduce por sufrimiento, mal o dolor. Es decir, la impermanencia del mundo en el que vivimos y el hecho de que nada sea inmutable nos coloca, en inicio, en una situación de sufrimiento.
Por lo tanto, la Primera Noble Verdad nos habla de sufrimiento…pero ¿qué entiende el budismo por sufrimiento? Bien, bajo la doctrina budista el sufrimiento se entiende de tres formas:
- Un sufrimiento en su concepción normal. Es decir, todas las manifestaciones de malestar que nos produce el devenir de nuestra vida.
- Otra característica de este sufrimiento proviene como consecuencia del cambio y de la transformación.
- Por último, la tercera característica de la Primera Noble Verdad o del hecho de que toda existencia es sufrimiento (siempre en principio) tiene una connotación filosófica. A esta tercera característica se le atribuyen cinco subcaracterísticas o agregados, constituyentes, por otro lado, del “individuo”, “yo” o “ser” y que pueden ser fuente de sufrimiento o herramientas para su solución:
- El primer agregado nos habla del aspecto material de la existencia como fuente de sufrimiento: la propia finalidad de nuestra vida.
- El segundo agregado se centra en las sensaciones, que pueden ser agradables, desagradables o neutras. Las sensaciones se originan en el contacto de los órganos con el exterior.
- Como tercer agregado tenemos la percepción y el reconocimiento de ésta de los objetos psico-físicos.
- Un cuatro agregado, algo más complicado de entender, son las actividades mentales o flujos de pensamiento conscientes, ya hablemos de ideas o conceptos de imágenes. Según el Abhidharma, el budismo establece 50 categorías diferentes de actividades mentales.
- El último agregado es de la conciencia que se manifiesta en seis clases: conciencia visual, auditiva, olfativa, gustativa, táctil y mental.
Una consideración importante sobre estos cinco agregados es el hecho de que son interdependientes y que sólo de forma combinada componen lo que conocemos como el yo.
La Segunda Noble Verdad
Nos habla de determinar la causa del sufrimiento, la cual se encuentra en el deseo o la sed de placer, de existencia y de prosperidad. Este deseo se manifiesta en nosotros a través de la sensación, contacto o percepción y es negativa cuando se repite de forma dependiente, a esto se le llama Pratîtya-samutpada (“surgimiento condicionado”, “origen interdependiente”, etc.).
Un primer paso para la superación del sufrimiento, contemplando el Surgimiento Condicionado, es determinar la causa que produce el mismo y poner fin así al proceso. Por lo tanto, la ignorancia en relación a este proceso es fuente de sufrimiento. Por el contrario, la comprensión de este fenómeno nos acerca a dos de las más importantes enseñanzas budistas: karma y renacimiento.
La Tercera Noble Verdad
Afirma que existe la curación y esta se da si nos liberamos de la causa que produce el sufrimiento, es decir: la sed o el deseo. Con este mensaje, el budismo abandona el pesimismo inicial (toda existencia es sufrimiento) para colocarse en una posición más optimista. El sufrimiento puede superarse a partir del momento en el que se encuentra su causa.
La Cuarta Noble Verdad
Nos dice que una vez determinado el origen o la causa del sufrimiento, podremos comenzar caminar hacia la salud a través del Noble Sendero Óctuple, que se simboliza en la Rueda del Dharma. Esta terapia final, insiste el budismo, no implica el socorro de ningún ente divino. Por el contrario, es una práctica del todo individual y de carácter ético y moral. También es conocida como el Sendero Medio, el cual se centra en algo así como la virtud aristotélica que evita comportamientos radicales: un extremo libertinaje o un ascetismo riguroso.
Como hemos dicho, el Noble Sendero Óctuple es una reflexión práctica ético-moral para ser aplicada en nuestro día a día. Sus recomendaciones se dividen en tres grupos que agrupan los ocho principios:
- El de la Sabiduría, que engloba la recta comprensión y el recto pensamiento.
- El de la conducta ética que aconseja: recta palabra, recta acción y rectos medios de vida.
- Y, por último, el de la disciplina mental o concentración y que se constituye por: el recto esfuerzo, la recta atención y la recta concentración.
Conclusión
Por supuesto, nos dejamos en este artículo muchas cosas sin decir: las diferentes corrientes del budismo, su historia y desarrollo, su difusión en el mundo de hoy, sus prácticas de meditación, etc. Sin embargo, con este artículo cumplimos, por un lado, con nuestro anhelo (y deber) de difundir -en este caso en el terreno de la espiritualidad- los aportes a la humanidad que esta doctrina oriental puede realizar, y, por otro, continuar con la intención esencial de este proyecto de comprender el maravilloso fenómeno humano y poner el acento en sus mejores logros.
Notas:
(1) MARÍA TERESA ROMÁN, Sabidurías Orientales de la Antigüedad, pag. 306.
Bibliografía
- MARÍA TERESA ROMÁN, Sabidurías Orientales, Alianza Editorial S.A., 2004, Madrid.
- DHAMMAPADA, LA ENSEÑANZA DE BUDA, RBA Coleccionables S.A. 2002. Barcelona.